martes, 8 de enero de 2013

Piedra


En vos vi un espejo
de piedra
un alma oculta
que no conocía
pero aún así
me arrastraba
hacia sí

jueves, 3 de enero de 2013

Como te recuerdo.

Te recuerdo como ese aliento dulzón, como ese aroma perdido. Te recuerdo como lo que fuiste: letras, palabras que se elevaron, quemadas por una llama, para volver a nacer en mí, sin vos. 
Sin embargo estás acá, sin embargo no te fuiste, pero ya no sos como te recuerdo, o yo no soy más lo que formábamos con nuestra unión. Esas sonrisas y miradas, mariposas en la panza que se liberan y caen con las alas quebradas, esa complicidad, eso, eso que éramos.
Creo que fue un acuerdo inconsciente, pero aún así, tenés que saber que, pudiste. Derribaste el muro, con ese pequeño abrazo todo se derrumbó y pude verte, nuevamente, como te recuerdo.
Y lo supiste.

Conclusión (no asustarse con los nombres raros)

Hoy voy a escribir sobre algo un tanto extraño. En verdad para mí es algo normal por el hecho de que suelo leer cosas que tienen que ver con las ciencias exactas, pero aún así, no suelo mostrarme de esa forma con todos, sólo con las personas que sé que tienen interés sobre el tema, sólo para no aburrir y poder entablar relaciones que tengan más fluidez. Pero hoy me detengo en un tema de la ciencia porque pude aplicarlo a mi situación cotidiana y sentimental que ocupa por largas horas mi cabeza, inútilmente, porque nunca había podido llegar a una conclusión que me ayudara.
Antes de empezar, voy a presentar a un importante personaje de la física, Erwin Schrödinger, un austríaco ganador del Premio Nobel de Física de 1933. Y hasta ahí llego. Podría contar varias cosas sobre este físico, pero hay una sola de ellas que siempre llamó mi atención, y a eso me quiero abocar. Su gato. Sí, su gato. El experimento del Gato de Schrödinger. Bueno, en realidad no era un gato real, fue un experimento virtual, pero aún así es muy interesante. 
Lo que el físico nos plantea es una situación en la cual hay una caja cerrada y opaca, dentro de la cual se encuentra un gato junto con una botella de gas venenoso. La cuestión es que en cierto momento determinado, existe un 50% de probabilidades de que el gas se libere y un 50% de que no, por lo tanto, hay un 50% de probabilidades de que el gato viva y un 50% de que el gato muera. Entonces ¿qué pasa si, luego de ese momento, no abrimos la caja? ¿El gato está vivo o muerto? ¿Cómo podemos saberlo? ¿Hay alguna certeza de algo?. Bueno, la mecánica cuántica nos tiene una respuesta, y para explicarla voy a pensar en  las dos posibles situaciones que se nos pueden presentar al abrir la caja, es decir, el gato aparece vivo o muerto. Entonces, se nos presentan dos estados, estado "vivo" y estado "muerto", pero si la caja está cerrada ¿cuál es el estado definitivo? ¿Que está "vivo o muerto"? No, esa sería una descripción clásica del sistema del gato, pero, como ya lo mencioné, Schrödinger con la mecánica cuántica se animó a más. El estado correctamente presentado antes de que el observador pueda determinar cómo está el gato, es la superposición de ambos, es decir, del estado "vivo" y el estado "muerto". Por lo tanto se dice que el gato, antes de abrir la caja y ver qué fue lo que pasó, está vivo Y muerto, las dos cosas a la vez.
¿Qué tiene que ver esto con mi vida? Mucho, y me dí cuenta mientras me duchaba, como me suele pasar con todo lo que pienso.
A mí se me presentó este experimento. Pasó el momento en el cual el veneno puede que se haya liberado o bien, no. Yo viví en esa situación virtual en la cual el gato estaba vivo y muerto. No había peligro. El gato estaba muerto, pero también vivo. Todo estaba bien, pero eso no era suficiente para mí. Decidí abrir la caja, encontrándome con el gato aparentemente muerto.Volví a cerrarla, desesperanzada. Pero aún había una pequeña duda. ¿Y si simplemente se había desmallado? ¿Y si revive? ¿Cómo puedo saber con certeza que el gato estaba muerto, si sólo me puedo fiar del hecho de haberlo visto acostado en el piso? ¿Y si estaba durmiendo?
Bueno, ahora el gato está vivo y muerto nuevamente. Sé que las probabilidades de que en realidad haya pasado algo de lo que dije arriba (es decir, que esté vivo) son pocas, pero nuevamente pasan las dos cosas juntas. Sólo tengo que volver a abrir la caja, pero... ¿quiero hacerlo realmente? ¿Quiero arriesgarme a abrir la caja y encontrarme con el gato muerto, cuando pude haber vivido con la certeza de que el gato estaba vivo y muerto? 
Eso se llama miedo. Eso se llama vivir de ilusiones. Las ilusiones son mi motor y mi combustible, pero si no se convierten en acción son peligrosas. Eso no es para mí.
¿La conclusión? Que quiero ser divulgadora científica.