domingo, 24 de marzo de 2013

Pesadilla


Pero sus palabras eran humo, y pronto se diluían con el aire y con el viento. De todos modos, ya no había nada más para decir. Quién diría que esa mujer iba a estar tan gastada por la vida, tan pura, tan frágil. Pero su piel surcada me miraba con desdeño, y sus ojos con la dulzura y curiosidad de un recién nacido. Su sonrisa, aunque más cansada, conservaba la escencia de los años de oro. Recuerdos crepusculares. Fotografías que, inútilmente, intentan enmarcar la belleza de esos días. Un par de sonrisas que dicen ¡mírenos! ¡estamos felices!. Pero ¿quién puede imaginar todo lo que hay detrás? En esa imagen se ve mi mano aferrando su cintura. Recuerdo que la aferraba como si mi vida dependiera de su cercanía a mí. Aún así ¿quién puede notarlo?
Pero, entonces, no había más nadie. Sólo nuestras respiraciones irregulares y esas imágenes llenaban la habitación. Una por una pasaban ante ella y sus ojos se humedecían levemente. ¡Tantos años deseando poder entrar aunque sea un segundo en su mente! Pero ya no más, porque ya era todo transparente. Ya no existía más vida que ese instante, ya no había más recuerdos. En un ataque de nervios, le arrebaté las fotografías de la mano y las tiré al fuego de la chimenea. Mi mirada desesperada encontró al fin la suya, esa misma mirada que había sido motivo de mis desvelos.
Por un segundo lo creí posible.
No. Su mirada era profunda pero confundida.
Ya no tenía sentido llorar. Ella lo hacía porque no entendía que ya no tenía sentido. Mis ojos estaban secos y mi mirada vacía.
En ese momento lo entendí todo. Volví hacia ella y sus ojos se habían cerrado. Quizá sea mejor así, pensé. Quizá en sus sueños me recuerde y entonces se sentirá más acompañada que con mi presencia carente de significado .
Me acerqué por última vez. Sufrí la tentación, pero no cedí. La besé levemente en la mejilla y me fui hacia el mar.


El agua rodea mi cintura, así como lo hacían alguna vez sus delgados brazos.
La hoja lentamente se desintegra. Muere en ella el fin de la historia, y con ella, me hundo.